jueves, 2 de junio de 2011

Juwenalia: el placer de beber al aire libre en Poznan


La traducción de Juwenalia sería algo así como posibilidad de asistir a muchos conciertos al aire libre de manera gratuíta y con diversión garantizada. Un poco extensa y abstracta, sí, pero no tiene una traducción literal, y después de consultar algunas fuentes polacas, es la que he considerado más apropiada. Este evento, destinado inicialmente a los estudiantes de la universidad, se ha ido finalmente extendiendo y actualmente acoge a personas de todo tipo. Ha tenido lugar el pasado fin de semana en Poznan, mi ciudad de acogida, y se ha prolongado durante 4 largos días: de jueves a domingo. Pero debo admitir que, es una fiesta -que sin tener carácter nacional-, se celebra en todas las grandes ciudades polacas por estas fechas.

Comenzó el jueves 29 con el tradicional desfile desde la Plaza de Adam Mickiewicz. Toda la gente se dio cita ahí para ir andando en dirección al parque. La información nos llegó a través de eventos en Facebook, correos, anuncios por toda la ciudad, etc.






Y, aunque pueda parecer que la fiesta fue de más a menos, nada más lejos de la realidad. El domingo, quizá por ser la despedida, era el día que probablemente hubo más gente. Este acontecimiento anual tiene lugar en estas fechas y conmemora el año universitario, justo antes del período de exámenes. Es la última alegoría a la fiesta, previa al exigente calendario de tests finales.

Por supuesto, mis amigos y yo asistimos los 4 días. La fiesta se reduce a una gran explanada de césped. Como en mis tiempos de estudiante en la Universidad de Valladolid, nos cargamos de cerveza y/o calimocho. Éste último, por supuesto, por estas tierras no lo conocen. Alguno de mis amigos y yo en particular, éramos los únicos que portábamos dicha bebida. 

La mayoría de la gente -estudiantes polacos y demás Erasmus- bebía cerveza. El inconveniente que le pusimos en general todos -acostumbrados a nuestras fiestas españolas donde se puede beber en los campus- es que no se podía entrar al recinto con bebidas. Había guardias vigilando y era bastante complicado colarlas. Pero todo tiene una explicación: dentro había puesto para que consumiera quien quisiera, carpas con barras donde se servía cerveza, y puestos de comida, ¡había incluso uno helados! Algún rédito le tenía que sacar la organización…

Por tanto, la gente bebía fuera, como si de un botellón español se tratase. Eso si, los españoles son los que más retrasábamos la hora de entrar, por supuesto. Hubo algún día que nos encontramos prácticamente solos bebiendo en la calle y a escasos metros, cientos de personas paseando y sentadas en mesas bebiendo. Todo muy bien regido, bastante controlado; incluso la zona de los conciertos estaba separada de las carpas (las de la zona de baile y de los bares).

Había un nuevo registro para acceder a ella, puesto que en la explanada que daba acceso al escenario y a los conciertos, la gente no podía beber. Eso acarreaba más limpieza; todo lo contrario de lo que recuerdo en las fiestas de facultades en Valladolid. Bastante caóticas. Un aspecto en el que los polacos son más ordenados y civilizados que los españoles: organizando fiestas. Quizá no con la misma frecuencia, ni con la misma intensidad o pasión, pero no reina tanto el caos.
Bebiendo en la calle anexa al recinto
Aprovecharé para mencionar un dato que se me ha pasado por alto hasta ahora. No he contado aún que los polacos celebran la mayoría de las fiestas reunidos en casa, en casa de algún amigo, peor suelen beber en casas; como está prohibido en la calle, y normalmente hace mucho frío, se recogen en los hogares de alguien. Son sus fiestas fetiches. Una tradición muy diferente a la nuestra, que deseamos salir a la calle a hacer típico ‘botellón’.

Después de 4 días, el balance que hago es muy positivo, la última gran fiesta que nos podíamos dar. Ahora, toca estudiar, no tanto nosotros, sino los polacos y polacas; éstas últimas que son las que nos interesan especialmente. Por cierto, conocimos a algunos españoles con los que no habíamos coincidido hasta ahora. Ya es raro tras un año aquí, y aunque somos en torno a 200, siempre hay gente que no has conocido. Y es que parece que finalmente hay más compatriotas de los que pensábamos. Estos eventos siempre te dan la oportunidad de conocer más a fondo a mucha gente que te sonaba simplemente de vista y son momentos para rememorar historias y contar batallitas.


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