viernes, 16 de diciembre de 2011

Puente por el centro de Europa

El Puente de la Constitución fue una excusa más para hacer un nuevo viajecito. En esta ocasión las ciudades elegidas fueron Graz, Viena (en territorio austriaco) y Liubiana, en Eslovenia.

Yo llegué a Graz por la tarde, en un viaje de apenas 1 hora, y que fue aún mas entretenido por la amena compañía de un austriaco, Max, de 25 años. Buen chaval, me aconsejó donde salir, lugares para tomar algo, comer...y me habló maravillas del ambiente estudiantil. Gentilmente me acompañó hasta las inmediaciones del hotel y me ayudó a sacar el billete de tren para ir al aeropuerto. Dejé las maletas y me acomodé para ver la televisión. Había un Basilea-Manchester United, con la clasificación para los octavos de final de Champions en juego.

Así pasé el rato hasta ir a recoger a mi visita: Laura. Buen hotel, el precio se justificaba casi por la ducha y el desayuno del día siguiente...pasada la medianoche, hizo acto de presencia Laura. Un nutritivo desayuno por la mañana y a hacer turismo por Graz, condecorada como Ciudad Europea de la Cultura en el año 2003.


Vistas desde la Torre del Reloj
La famosa Torre del Reloj
La segunda ciudad de mayor población de Austria, tiene una historia muy rica que hay que descubrir. Bonitos paisajes, la célebre Torre del Reloj, símbolo de la ciudad, que defendieron a capa y espada sus residentes durante la ocupación de Napoleón, se encuentra en la colina de Schlossberg, a donde se puede subir a través de un ascensor o bien andando por un frondoso camino. Bonitas vistas desde lo alto del extinto castillo; hacia un lado queda el centro histórico, y hacia el otro, la universidad, la ópera y la parte moderna

Un edificio de forma cilíndrica, con un aire extraterrestre, es el museo de Arte Contemporáneo Kunsthaus, que, además, aloja en su interior varias cafeterías y restaurantes; y se encuentra próximo a un moderno puente -data del 2003-, construido sobre el río Mur. Muy recomendable de noche, pues la iluminación le confiere un aspecto especial. La plaza principal con sus puestos de vino caliente, cerveza y salchichas típicas de la región son otro de los atractivos del centro, muy animado en estas fechas prenavideñas.


Plaza del Ayuntamiento







Por la tarde, tras una última visita a la Universidad y su coqueto barrio, volvimos a la estación para poner rumbo a Viena. 2 horas y 15 de viaje. Como curiosidad, decir que quien busque conexiones en tren no las va a encontrar. Si el tren hace la ruta deseada, el autobús no la cubre. Así de simple. Apenas funciona este medio de transporte, por resumir la cuestión.

Era de noche, pero aún había que cenar y echar un vistazo a la ciudad. Todo el centro -al lado de la principal catedral, la de San Esteban (Domkirche St. Stephan, en alemán)-, estaba resguarnecido, no corría el viento y era agradable dar un paseo. Una vuelta y a tomar algo en un café típico, quizás no aparezca en las guías de viaje, pero el sitio era coqueto, decorado con bocetos y dibujos de artistas, carteles y anuncios de festivales, de conciertos...todo bajo una atmósfera muy bohemia. Su nombre, Kaffee Alt Wien, dos calles paralelas a la catedral.

El café mencionado arriba
Catedral de San Esteban
Por la mañana ese sosiego se torna en un clima mucho más ambientado, con más algarabía. Se ven policías por la calle, excursiones de niños, muchas visitas guiadas y orientadas para los turistas...todo más barroco que por la noche. Hablando de barroco, nos topamos con la iglesia de San Carlos Borromeo, la cual estudié en Historia del Arte. Una plaza con puestos navideños y donde comimos unos buenísimos crepes. Asimsimo, por la ciudad, en las guías, etc, había infinidad de menciones a Gustav Klimt. Existen varios museos dedicados a este pintor simbolista que desarrolló su obra entre el siglo XIX y XX pero me quedé sin verlos por la falta de tiempo. A Klimt lo estudié en Arte en 3º de carrera. Una optativa, por si os preguntáis por qué se da en Periodismo...

Muchos grandes nombres de la historia han vivido y paseado por las calles de Viena: Mozart, Strauss, Freud... Ciudad señorial, con infinidad de monumentos y no del todo congestionada por los turistas, Viena se distingue por sus cafés. Aunque al que entramos la noche anterior, ninguno predicó con el ejemplo y prevaleció la cerveza, Egger, para ser más explícitos. Muy sabrosa. La colocaría en el top 3 de las mejores cervezas que he probado hasta ahora: por detrás de la húngara y la checa.

Palacio Hofburg, residencia durante 600 años de los Habsburgo
Más grande de lo que pueda parecer su centro, aunque muy bien conectado mediante las líneas de metro o el tranvía, no llegamos siquiera a ver el Prater o la residencia veraniega de los Ausburgo, el Palacio de la Emperatriz Sissí. Aún así, lo fundamental quedó inmortalizado en las numerosas fotos que hicimos. El ayuntamiento (Rathaus), en una estampa maravillosa, la Universidad, la iglesia de Votiva (Votivkirche, en alemán)...todo ello en la misma zona, y con ríos de gente. Gran acogida del pueblo austriaco a la iniciativa de montar estos pequeños puestos navideños, que se realiza cada año por estas fechas. Una taza de vino caliente para amoldarnos a las costumbres, y corriendo a pillar el tren.

A las 16h. lo cogimos, en dirección a Liubliana. Creo que cumplimos con creces en las escasas horas que tuvimos para visitar Viena. 5 horitas de viaje, con un transbordo, y llegada para cenar en la capital eslovena. Ambiente lúdico, acompañado por la fecha, un viernes.

El animado mercado
El cansancio hacía mella, pero aún quedaba por ver la ciudad de día. El puente de los dragones (el símbolo de la ciudad), y siguiendo paralelamente se encuentran el mercado principal y la plaza mayor. Hacia un lado está el río, que separa la ciudad. Más adelante están los 3 puentes, con otra plaza muy concurrida y con una iglesia preciosa.

Desde toda la ciudad se ve el castillo, al que se puede subir por un funicular...nada espectacular, pero sí práctico. El castillo es una bonita fortaleza, muy interesante para echar fotos. Tiene las mejores vistas posibles y la entrada es gratuita.
El puente de los dragones
En el castillo de Liubiana
Nuestro estómago lidiaba con el hambre y debíamos saciarlo a tiempo. Fuimos a un restaurante esloveno, Pomf, en la calle Trubarjeva cesta 40. Comida casera, de la tierra y con buena calidad. Tras el receso obligatorio para comer, volvimos a por las maletas y con otro tren a Maribor. Eran las 20.30h aprox. y solo quedaba 1 hora y media para que empezara 'El Clásico'. Una ducha y a presenciar la contundente victoria azulgrana en el feudo blanco.

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