miércoles, 23 de noviembre de 2011

Bosnia Herzegovina: Sarajevo y Mostar

La madrugada del jueves al viernes partimos hacia uno de los puntos neurálgicos de los Balcanes: Bosnia. Era un viaje organizado por el ESN (una asociación para estudiantes erasmus) y decidimos apuntarnos en última instancia, sin meditarlo mucho. El desplazamiento, en autobús, nos llevó algo más de siete horas, y apenas conciliamos el sueño. Las paradas reiteradas -las obligatorias en las fronteras de Croacia y Bosnia, respectivamente-, las necesarias impuestas por el conductor y la prevista para desayunar, hacían difícil la misión.

Sarajevo nos recibió con un clima frío, destemplado, nada cálido, y con una estampa bastante desoladora. Muy pobre los alrededores de la ciudad, combinando edificios con las paredes desconchadas y fachadas tiroteadas, con construcciones recientes, de apenas unos años; o con iglesias, mezquitas y sinagogas (un ambiente muy multicultural). Ése es el principal atractivo de la ciudad. Éso y las huellas de la guerra, muy palpable por todos lados, incluido el centro.

Aunque parezca paradójico, siempre es llamativo para los turistas reconocer los tormentos que causó la guerra que se produjo en este territorio entre 1992 y 1995. Tierras casi en barbecho, y edificios sin encanto, añadido a la época del año, le confieren un carácter añejo pero sin encanto a la capital bosnia. Aún por desarrollar, sin embargo, aunque la economía no debe ser muy boyante, tampoco destaca Bosnia por sus precios populistas.

De hecho, hasta que no te adentras en ella y te acercas al corazón de la ciudad, en el mercado principal, con numerosas calles peatonales, no descubres el verdadero Sarajevo. Se mezclan judíos, cristianos y musulmanes, si bien predominan estos últimos.

Con la catedral cristiana al fondo
Gustavo y yo en El Túnel de la Esperanza


Edificio bombardeado en pleno centro
Nos acercamos también al Túnel de la Esperanza, un pequeño tramo de 25 metros que queda en pie y que alberga cientos de visitantes todos los años. El túnel constaba de 800 metros y unía la capital sitiada por los serbios con la Bosnia liberada. Hay un museo con trajes, artillería, documentos y fotos de personajes célebres que han visitado el lugar. Para ubicarlo, diremos que está cerca del aeropuerto, a las afueras de Sarajevo. Ilustro el post con unas fotos esclarecedoras.


Lander, Gustavo y yo en el centro de Sarajevo
Degustamos comida típica e hicimos la ruta pertinente para conocer más a fondo la ciudad. Acabamos pronto. El centro se ve con bastante diligencia y tras echar unas cuantas fotos nos fuimos a dormir. Sí, una merecida siesta. Necesitábamos descansar un poco pasa salir por la noche. Ya se sabe, turismo diurno y nocturno.

La discoteca a la que fuimos no tenía mayor misterio, era un un sitio pequeño y concurrido mayoritariamente de Erasmus, pero todos dimos rienda suelta al alcohol y la noche no defraudó, aunque algo que nos trastocó nuestros planes: la llegada de la policía a las 1.30 am para cerrar el local. No era momento de irse a casa ni mucho menos y buscamos algún otro lado donde seguir de fiesta. Encontramos, por supuesto.

Fran dando una explicación sobre el vino



Gustavo, Fran y yo en la bodega

Con el 'Puente Viejo' al fondo
A la mañana siguiente pusimos rumbo a Mostar. Ciudad bonita, con más atractivo tal vez que Sarajevo, más pequeña pero más romántica. Solo estuvimos un par de horas. Suficientes para comprar algún souvenir, echar un sinfín de fotos con el Puente Viejo, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y volver al autobús.

Nos esperaba una cata de vinos y una comida estupenda. Lo vimos al entrar, era un restaurante para gente pudiente. El vino, para ser honestos, no era el mejor que he probado, aunque la publicidad que le hicieron fue muy buena...

Con mi amiga francesa Delia

Volvimos a Sarajevo, cenamos algo rápido y nos preparamos para salir. Mereció más la pena el segundo día. Había un concierto en la discoteca a la que fuimos, Sloga; era sábado, un ambiente más diverso, con gente local...Y  nada más terminar, volvió la música comercial a la que estamos acostumbrados.

Cambiamos de sitio y fuimos a una especia de after en el que no permanecimos mucho tiempo. El cansancio y el alcohol empezaba a hacer mella. Solo quedaba un reducto de erasmus, los españoles, mayoritariamente.

Al final de la noche cayó el clásico bocadillo/hamburguesa...Eran las 6 am y nos debíamos levantar a las 9 para desayunar.
Era de esperar que ninguno lo hiciéramos, por lo menos el spanish guetto. La mayoría se quedó durmiendo y desayunó por su cuenta. Cumpliendo el plan previsto, fumamos en un bar cercano con algunas cachimbas y un café, algo para ambientarnos. Luego, 'free time' hasta las 3pm. Era hora de volver a casa, a Maribor

Una parada más para cenar en un asador bastante competente. La velada estuvo amenizada por un grupo de bosnios/as que cantaron y bailaron canciones típicas de esta región. Más de uno se animó y les acompañó.

Edificio semidestruido en Mostar