martes, 11 de septiembre de 2012

Osijek

En el ajetreado mes de Febrero hice el penúltimo viaje antes de regresar a la patria. Se trataba en esta ocasión de Osijek, al oeste de Croacia, la cuarta ciudad más grande del país. Vanja, un amigo croata me había invitado a pasar el fin de semana. Lo conocí en el Lago Balatón (Hungría), en Octubre, cuando mi jefe en el ESN Y IAESTE, Jure Safner, me invitó con su equipo a pasar el fin de semana en el este de Hungría, con gastos pagados. Un lujo al que no podía renunciar.

Centrándonos en el viaje, partí de Maribor por la mañana e hice un transbordo de 1 ó 2 horas en Zagreb. Allí cogí otro tren para Osijek, a donde llegaría por la tarde noche, alrededor de las 21.00. El plan de era hacer botellón en casa de sus amigos y luego salir de discotecas. Un clásico, da igual el país. Cenamos algo y nos fuimos a casa de sus amigos. Luego unas cervezas en un pub con unas cuantas maduritas y poco más. No había mucha gente joven y las chicas que había no nos interesaban demasiado...una vuelta por algún otro bar (todos céntricos) y a última hora acabamos en un garito llamado Tufna. Resultó ser el adecuado. Habíamos acertado. Conocimos a unas chicas locales, casualidades del destino, una de ellas hablaba algo de español; pero yo quería practicar inglés...total que hicimos el reparto y Vanja estuvo de acuerdo en la asignación.

Ana María y yo


Vanja y yo en el bar Tufna
Llegó el sábado y nos levantamos sin ninguna presión. Comimos en casa -su madre muy servicial en todo momento, aunque no hablaba ni pizca de inglés- y fuimos a hacer turismo por la ciudad. Todo nevado. Osijek no se había librado de la ola de frío. Quedamos con su ex-novia. Una chica muy maja. Hicimos un poco de turismo por la plaza principal, la cual habíamos visto la noche anterior, con estatuas de hielo, que estaban ya derruidas. El vandalismo es una corriente que no entiende de países. Vimos una pequeña escultura de Picasso y nos echamos unas bonitas fotos junto a un moderno puente, con el cielo precioso entre encapotado y el brillo del atardecer. También subimos a la fortaleza, aún a riesgo de caernos.

Después comimos algo y luego tomamos un chocolate caliente en un agradable café. Su ex se extrañaba de que Badajoz, habitualmente, la gente no quedara todas las tardes para tomar algo. O al menos en mi pandilla no lo hacemos. Yo le expliqué que, generalmente , en España la gente se mueve más los fines de semana. Que entre semana tienen otras tareas. Eso de quedar todas las tardes no es tradición. Al parecer en Osijek es muy común y es -casi- el único entretenimiento que tienen.

Intenté convencer a la chica para que persuadiera a sus amigas y nos viéramos por la noche, pero no estaba muy por la labor. El cansancio le pesaba más. Así que, el plan empezaba a cojear. De camino a casa, decidimos pasar por el bar Dalí, donde estaba trabajando Sindi, una vieja amiga que también conocí en el Lago Balatón con IAESTE, y que tiene un gran parecido con Leigton Meester (Blair Waldorf en la serie en Gossip Girl). Salió a saludarnos y se llevó una grata sorpresa al verme, aunque ya habíamos hablado y le había advertido de mi presencia en Osijek el fin de semana. Sus amigas estaban en la barra cuando llegamos y se entusiasmaron al saber que yo era español. El lenguaje corporal les delataba. Quedamos con Sindi para vernos por la noche.

Solo duró una noche

Turismo vespertino

Anochecer desde el puente sobre el río Drava

La escultura de Picasso
Vanja tiró de agenda y "citó" a varios grupos de amigas. Cuando las vi me defraudaron un poco. La fama de las mujeres croatas no les hacía honor. Fuimos moviéndonos por varias discotecas hasta que inesperadamente dimos con Sindi y su grupo. Nos quedamos con ellas.

Avanzó la noche y nos fuimos encontrando a amigos suyos. La fiesta no me decepcionó; aunque como me explicó mi amigo los mejores días para salir son los jueves -como en España-. De todas formas, calificaría ambas noches con un notable: No cobraban entrada en los pubs, había chicas interesantes, la cerveza -Pam- era muy Top y la música también daba la talla.
Sindi y yo
A la mañana siguiente nos levantamos, dormimos más bien poco y Vanja me acercó a la estación. Llegué a Zagreb y todavía era de día así que me acerqué en tranvía al Teatro Nacional. No podía desaprovechar esta ocasión. Tenía un par de horas hasta que saliera el siguiente tren hacia Maribor. No tuve problemas de tiempo.
Teatro Nacional de Zagreb

Unos chicos me echaron unas fotos en el imponente edificio y de vuelta para la estación. Objetivo cumplido. Me dio tiempo incluso de pasar por el McDonalds y cenar algo.