lunes, 21 de enero de 2013

La NBA llegó, vio y dejó a todos contentos en Londres

Los jugadores de ambos equipos calentando
Las entradas se agotaron al segundo día de salir a la venta. Fui, junto con Alberto, uno de los 20.000 afortunados que consiguió una de ellas. La afición por el baloncesto en Inglaterra, y por extensión en el Reino Unido, no es muy grande pero la NBA sí que interesa, y mucho.

Los Knicks y los Pistons jugaron el pasado día 17 de enero en Londres y yo, gracias a twitter -cómo no-, averigüé dónde se alojaban los de Nueva York. Fue un momentazo. Llegué al hotel y tuve la fortuna de que varios jugadores salían a cenar, a comprar...sabe dios dónde irían. Los taxis les estaban esperando y fueron apareciendo uno a uno, paulatinamente. Me fotografié con los estelares Carmelo Anthony, J.R. Smith, Amaré Stoudamire y Raymond Felton. Todos, sin excepción, fueron majos y se pararon conmigo para la foto de rigor. La instantánea con Carmelo fue un sueño hecho realidad. Uno de mis jugadores fetiche desde que llegó a la NBA. Carmelo&Iverson; Iverson&Carmelo. Dos jugadores que explican mi afición por el deporte de la canasta.

Con mi ídolo, Carmelo Anthony
Amar'e Stoudamire
Los New York Knicks se impusieron cómodamente a los Detroit Pistons en el O2 Arena de Londres por 102-87 en un choque que no tuvo apenas historia. Era el 7º partido que la la liga estadounidense celebraba en Londres, el tercero de temporada regular. En los dos anteriores, otro equipo de la ciudad de los rascacielos, los New Jersey Nets, se impusieron a los Toronto Raptors.

El crack de Felton
El díscolo J.R. Smith
La intrahistoria se desarrollaba en los aledaños del pabellón. La tienda hervía ante la ristra de fans ansiosos por conseguir una prenda de su equipo favorito. A estas alturas no había preferencias. La camiseta de Carmelo Anthony se agotó muy pronto, pero nadie hizo ascos a coger la de Amar’e Stoudamire. El consumismo estaba por encima de los colores. Si no quedaban gorras de los Knicks, la de los Pistons valía para salir del aprieto.

Los colores azul y naranja predominaban en la grada, pero también se vieron bonitas sudaderas negras con el logo de los Brooklyn Nets o camisetas de los Chicago Bulls. Lo que importaba realmente era ir bien ataviado, ser reconocido como un connotado seguidor de la NBA. Quien no llevaba alguna prenda de algún equipo de liga parecía desentonar con el resto. A las 18.30, una hora y media antes del inicio del choque, el O2 abría sus puertas.

Detroit ejercía de local y se trajo a sus propias animadoras, marcador, 180 fans que habían resultado agraciados por un sorteo, su speaker… pero la sorpresa vino de la mano del organista del MSG, quien también hizo acto de presencia en Londres.

Knciks vs Pistons en el O2

Toda la parafernalia que envuelve al juego es lo que hace de la NBA una marca global. No es por banalizar al propio juego, pero no se entendería la repercusión de la liga estadounidense sin los acróbatas que intervienen en los tiempos muertos, la música, el speaker y su peculiar voz, los highlights que se despliegan en el vídeo marcador, los regalos que se sortean...todo ameniza la velada e involucra a la gente en un ambiente festivo.

Gangsta en el O2
Los dos capitanes, Stoudamire y Prince, en un discurso muy breve, agradecieron al público su fervor y mostraron su ilusión por jugar en Londres. Carmelo Anthony y Tyson Chandler volvían a la ciudad y al pabellón que les vio coronarse como campeones olímpicos y moldear, por fin, su juego, en el caso del primero. La cita del pasado verano transformó a Melo en un jugador más completo, capaz de asumir el rol de líder sin vacilar.Los Knicks salieron como un rayo y enseguida pusieron tierra de por medio (13-2), en apenas 3 minutos. Detroit tenía que parar la hemorragia.

Viviendo la magia del basket
Pero la tónica del partido no iba a variar mucho. Un equipo más hecho, más maduro, con más estrellas y que sabe a lo que juega. Si todos estos ingredientes no eran suficiente, la vuelta de Iman Shumpert a las canchas daba mayor fluidez al juego knickerbocker y contagiaba las ganas de defender. Kidd pudo descansar y tener la mente más fresca para dar el pase correcto. Una bendición para Woodson. La pelota naranja circulaba de un lado para otro y los Knicks abrían brecha (29-17) al término del primer cuarto. Carmelo Anthony lideraba a los de Nueva York con 11 tantos.

A pesar de lo que pueda parecer, no había mala visibilidad
Detroit aguantaba hacía la goma merced al trabajo de su juego interior, la única faceta en la que fueron superiores a su rival. Stoudamire apareció para intentar contrarrestar el poderío en la pintura de los Drummond, Monroe y compañía, y en parte lo consiguió. Sumó en ataque y equiparó la balanza. Un par de acciones puntuales de Anthony ponían las cosas al llegar al descanso (56-41).

El videomarcador señaló a algunas celebritiescomo Spike Lee, Pires, Vieira, Bergkamp o Ashley Cole (abucheado por ni siquiera mirar a la cámara cuando ésta le enfocaba). La NBA, como es costumbre, no pierde de vista a sus leyendas y el partido en Londres sirvió para homenajear a John Starks (finalista con los Knicks en 1994) y Bill Laimbeer (ganador de dos anillos con los Bad Boys), que salieron a saludar en varias ocasiones. Unos breves resúmenes de los momentos más destacados de sus respectivas carreras y de vuelta al partido. Entretenimiento no faltó y la cerveza y la comida hicieron el resto.

Partido dominado de principio a fin por New York
Los Pistons, de la mano de Bynum y un Monroe excelso en la visión de juego, se colocaban a solo 5 puntos (66-61). Tuvo que aparecer la mejor versión de J.R. Smith para tomar el relevo anotador de Carmelo, errático en esta segunda mitad. El amago de los Pistons se quedó en eso, un breve conato de rebeldía. A los Knicks no les iba a temblar el pulso. Novak, en su papel de francotirador, cargaba el fusil y despejaba todas las dudas.


Alberto bien equipado
Kyle Singler y Bynum redujeron las distancias al final y los últimos compases sirvieron para deleitar al público. Puro showtime. Todos querían lucirse y agradar a la hinchada. Nunca es tarde, aunque sí lo fue para algunos. Una buena parte de la grada ya había desalojado el pabellón, mucho antes de que concluyera el encuentro, más preocupados por no coger atascos y evitar mareas humanas en el metro que de disfrutar de los últimos minutos del partido, los que dedicaron ambos equipos a hacer las delicias de la gente.



El marcador final habla por sí solo

Un final feliz para los que aguardaron el desenlace pacientemente; el resultado era lo que menos importaba.

Lo que el público se llevará de recuerdo –además de los souvenirs- serán el fadeaway de Carmelo Anthony y su facilidad para anotar, el crossover de J.R. Smith, el pick&roll de Prigioni y Stoudamire o la visión periférica de Greg Monroe.

Una noche mágica, que no irrepetible, porque todo apunta a que Londres acogerá cada año –al menos- un partido de la mejor liga del mundo.