Este blog sirve para poner de manifiesto mis impresiones sobre los viajes que hago. Mi estancia en Poznan, al oeste de Polonia, donde estuve de Erasmus el curso 2010/2011, fue el punto de partida para crear este humilde cuaderno de bitácora. Luego vino Maribor (Eslovenia) y mis viajes y excursiones se sucedieron durante el curso 2011/2012. Después mi estancia en Inglaterra (Londres y Leeds) me permitió seguir viajando. Más tarde vinieron Montenegro, República Checa y nuevamente Polonia.
Todo viaje tiene un aliciente y este no iba a ser
una excepción. El objetivo, disfrutar de una jornada futbolera en Glasgow -una
de las cunas balompédicas- de la mano de los chicos de Tito Vilanova. Unas
horas que dieron mucho de sí.
Si bien es verdad que la travesía no era muy
embarazosa -dada la cercanía del destino (5 horas en tren)-, no es menos cierto
que los barcelonistas congregados en Glasgow tenían compromisos y obligaciones
laborales ineludibles. La producción y el capitalismo en Londres no pueden
permitirse un respiro. Ahí radicaba la dificultad de la expedición. Pero ver al
club de nuestros amores en el extranjero pudo con todo eso.
George Square
Glasgow, a pesar de ser la ciudad con más población
de Escocia, no es precisamente la más bonita. Ese honor recae en su vecina
Edimburgo. Aún así, Glasgow tiene algunos puntos de interés como La Catedral de
San Mungo -del siglo XII-, que a pesar de haber sufrido varias reformas a lo
largo del tiempo, es la única que permanece imperturbable desde el siglo XVI en
todo el país.
Junto al templo catedralicio, destaca la necrópolis
que se erige sobre una colina rocosa. Un cementerio de estilo victoriano y
donde reposan más de 50.000 tumbas. Muchas de las cuales homenajean a militares
escoceses que combatieron junto al ejército inglés en diversas guerras.
En el otro vértice de la ciudad se asienta la Universidad, que data del siglo XV, aunque no siempre fue esta su ubicación. Originalmente se situó junto a la catedral. Actualmente es una de las universidades de más renombre en el Reino Unido.
Vistas las principales atracciones turísticas, algunos peñistas confraternamos con los aficionados del Celtic en una galería engalanada especialmente para la ocasión, provista además de restaurantes, proyectores de televisión que retransmitían duelos anteriores entre ambos conjuntos y tiendas donde adquirir productos de los dos contendientes.
Sureños por el mundo xD
El hermanamiento con los aficionados locales a lo
largo del día fue modélico. Un placer convivir con una afición así. Resultó
ejemplar el trato que nos dispensaron, sin altercados ni convulsiones, muy
acogedores, cómplices y hospitalarios con los visitantes. Esto pone en tela de
juicio cualquier enfrentamiento que se produce en el mundo del fútbol por
conflicto entre dos aficiones, ya que este partido tenía rango de alta alcurnia
como el que más y no se excedieron de los parámetros lógicos de civismo. La
educación y el buen hacer no están reñidos con la fidelidad por un equipo.
Integrantes de la Peña del Barça de Londres a la salida del bar
Se acercaba la hora del encuentro y los peñistas nos
reunimos en la Canting
House, un espacioso bar en torno a la George Square, la plaza de San
Jorge, un punto de encuentro en el centro de la ciudad, de fácil acceso para
todos. Era hora de poner rumbo al estadio. Los casi treinta peñistas
desplazados a Glasgow nos dirigimos en metro hacia Celtic Park (la casa de los
católicos del Celtic) una hora antes del inicio de la velada para cumplir con
los rituales y preparativos previos.
Con el mito del Celtic, Jimmy Johnstone
El ambiente del estadio rezumaba el olor a una noche
épica, de ésas que solo se viven en templos del fútbol como éste. Un campo repleto,
ondeando las bufandas al ritmo del celebérrimo cántico You’ll never walk alone, coreado
desde lo más profundo del alma. Ese
ambiente de mística que nos describen desde las emisoras los periodistas en
tantas ocasiones se hizo realidad al experimentarlo en primera persona, desde
la esquina del campo donde nos situaron a los aficionados del Barça.
La calurosa atmósfera que se respiraba dentro de CelticPark, ése ambiente ensordecedor, el fútbol visto desde su esencia más pura,
donde el público juega un papel decisivo, era simplemente fascinante. Y el clímax
llega con el pitido inicial: Atronadora ovación, estruendosos cánticos y un
sinfín de coreografías. Todo ello bien orquestado y desde el respeto al rival.
Álex, Alberto y yo apoyando al Barça
Álex, Alberto, yo, y Christian, de izquiera a derecha
Celtic Park engalanado como en sus mejores días
El Celtic de Glasgow se adelantó en el marcador y
puso tierra de por medio con un segundo tanto a menos de diez minutos para la
conclusión. Messi, en las postrimerías del partido, logró el 2-1 y dio
esperanzas a los suyos, pero ya era tarde.
Los 60.000 feligreses llevaron en
volandas a sus jugadores para no desfallecer, para aguantar las embestidas
finales del Barcelona, alentándolos y sosteniéndolos para firmar una victoria
legendaria, conmemorando el 125 aniversario de la fundación del club.
Los jugadores calentando
Pero lo mejor aún estaba por llegar. La prueba fue que al término del choque los seguidores célticos regalaron e intercambiaron enseres con los azulgranas. Una muestra más de la comunión entre ambas aficiones. El resultado fue lo de menos.